martes, 20 de diciembre de 2011

Qué mala suerte, no es casualidad ♥.


- Tenemos muchas cosas en común-dije.
Bla, bla, bla, y...
¡BUM!
- ¿Qué es una casualidad para vos?-me preguntó.
Odio las preguntas que me sorprenden sin una respuesta segura. Más odio no responder así que...
- ¿Una casualidad? -mierda-. Emm, nunca lo pensé. Supongo que es el destino mezclado con azar.
Qué respuesta pete. 
Lo sé.
A partir de esto (ocurrió hoy), decidí buscar en mí un par de respuesta.

El Diccionario de la Lengua Española define Destino como: 
  1. Fuerza desconocida que se cree obra sobre los hombres y sucesos.
  2. Encadenamiento de los sucesos considerado como necesario y fatal.
  3. Circunstancias de serle favorable o adversa esta supuesta manera de ocurrir los sucesos a alguien o algo.
  4. Consignación, señalamiento o aplicación de una cosa o de un lugar para determinado fin.
  5. Empleo (II ocupación).
  6. Lugar o establecimiento en que alguien ejerce su empleo.
  7. Meta, punto de llegada.
Quizás algo de todo esto es cierto. 
Sí es una fuerza. Una fuerza insuperable, con una magnitud severa, una envergadura indiscutible, y sin embargo transparente. O quizás (y peor), sólo invisible. 
¿Hay que creer en dicha invisibilidad? Yo creo. Sé que hay algo que me es fiel, paciente. Sé que para algo estoy acá. Entré en la vida de muchas personas por una razón. Quizás sólo haga ruido en la vida de pocos, pero como dijo una buena amiga: "el sentido de la vida es marcar a alguien".
Como dije, creo en el destino. Pero hay algo en lo que creo más: destino incierto.
Porque aunque crea en que hay algo que me espera, no sé qué es.

Busqué sinónimos: fortuna, ventura, finalidad, rumbo, dirección, suerte.
¿Suerte? ¿El destino es suerte?
La suerte es jodida. Es indecisa. Buena, mala. Es todo. Es elocuente y escurridiza. Conoce más atajos que una rata y se desliza en ellos como una Dendroaspis polylepis.
¿Y el azar?
El azar juega al truco con cara de poker. Se desconoce. Actúa pero anónimamente.
El destino me da miedo.
La suerte me asombra.
Pero el azar es el que juega más limpio. El azar nunca tiene la culpa de nada, el azar es el único que sin lavarse las manos no tiene la culpa de nada.

Y una casualidad, Sr. Ramírez (cuando dije que teníamos mucho en común, evidentemente lo dije en serio porque tenemos el mismo apellido) es azar, azar pretendido inconscientemente. Una casualidad es un truco, también inesperado, un jacke mate que no veníamos venir, una pequeña bomba nuclear que estalla y listo, pasa. Puede repercutir en tu vida o no. Hay casualidades y casualidades.
Fue una casualidad conocerte. ¿Fue suerte? No sé.

Y no me hable, señor, de destino porque falta todavía.