miércoles, 25 de abril de 2012

BURBUJAS.


De chiquita ya sabía que siempre iba a encontrar un mundo aparte en cada burbuja.
En algunas veía arco iris que atravesaban prejuicios.
En otras veía príncipes montados en caballos blancos luchando por el amor de princesas.
Siempre había burbujas con gnomos, y burbujas llenas de música.
Bosques, hadas, sueños.
Sueños, básicamente.
A medida que fui creciendo, comencé a ver historias diferentes, pero sin dejar de ver las viejas.
De repente vi más grises que rojos, y verdes. Y ya no habían más príncipes: eran hombres que se le jugaban, o no. No había punto medio en ninguna burbuja. Era sí, o no.
Hice de esas burbujas, mis burbujas, y de esas historias, mis historias.
Las veces que me la jugué, no funcionó.
Las veces que no me la jugué, tampoco.

Pero era mejor haberlo intentado, que haber llegado algún lado deseando haber dado más.