miércoles, 20 de junio de 2012

Yo de chiquita quería ser astronauta.
Me acabo de acordar.
Quería ir a Marte, y vivir allá, y sacarle fotos a la Luna, y una vez allá, ver la bandera de Estados Unidos, no porque sea la bandera de Estados Unidos, sino porque es una bandera, que un hombre, un humano, clavó en la Luna. Podría, incluso, decirse "de mi propia especie".
Soñaba con irme lejos, lejos, lejos, y conocer marcianos, de distintos colores, y me imaginaba como La Elegida, la amiga de los habitantes de mundos ajenos que ellos elegían para rescatar cuando se aproxímase el apocalipsis.
De chiquita me imaginaba tantas cosas.
Es raro pensarlas, hoy en día. La nena que era bailarina, y después veterinaria, después actriz, después una ninja, y hasta un Power Ranger, (el rojo, por supuesto, nada de rosa), hoy es casi una mujer, una... Semi mujer, cuasi mujer, que sigue teniendo ganas de ser actriz, pero, como prioridad, quiere seguir una carrera, estudiar comunicación, cine, publicidad, hoteleria, o algo de eso.
Quiero una vida tranquila, soy casera, quiero plantitas y un perro, y despertarme en barreal, desayunar en "La Bomba" y darle mis restos a Simón.
Y después, enamorarme...
Sí, eso, enamorarme, y llorar tanto, que se gasten mis lágrimas y no me quede otra opción que ser feliz.
Feliz, con la persona que me enamore, y tal vez con mis hijos, que de chiquitos quieran, bueno, ser astronautas.