lunes, 1 de diciembre de 2014

teorema adolescente

Resulta que A era un psicópata. Tenía una noviecita escondida por ahí y a varios gatos dando vuelta.
F es tímido. Me habla siempre a las cinco de la mañana con las letras mezcladas arrepintiéndose por no haberme invitado a donde sea que haya ido. F, si lees esto: yo siempre quiero ir.
Después, la otra F no me da bola. Somos amigos. Dormimos juntos pero no me toca. Repito: Somos amigos.
E no apareció más. Se enamoró y escapó. Qué suerte, porque no me gusta que se enamoren de mí.
Con M nunca coincidimos en horarios. Una lástima, porque la historia de cómo lo conocí es una historia ideal para contarle a los nietos.
I tiene novia. Apareció de la nada. Sabe que yo sé que tiene novia e igual apareció. Esos mambos me tientan pero ya no estoy para esos trotes.
Hablando de esos mambos, N revolotea por ahí. Señor, usted me encanta, pero tiene hijas, señora, y fue mi profesor.
Y (cualquier otra letra del abecedario con la que podría empezar tu nombre) que todavía no existe.