jueves, 16 de julio de 2015

Ese disco que se lanzó en el año en que nací

Y sus manos, deberías verlas.
Tienen traducidos en líneas los años y las ganas.
Y están secas pero cada vez que
se asoman a mi piel
saben qué camino seguir como si la piel
entera
no fuera más que un mapa.
¿Del tesoro? Quizás.
Es probable. Creo que sí.
Y su cuello. Le duele
que le bese el cuello cuando me
tengo que ir.

Me acuerdo y sonrío.
De su casa, de sus mascotas, de su desorden.
Del cigarrillo que prendió apenas despertó a la mañana siguiente pensando que me había rendido
¡Cómo si pudiera rendirme a esta altura del partido!

A mí me ganas la batalla intelectual y toda la guerra tiene tu firma.

No soy mas que esperar a que te canses,
a que me rompas, me desarmes.
Y que en el medio me quieras
porque quizá el medio dura lo que este poema
puede que dure lo que una canción
o tal vez un día despertemos y sigamos estando
justo acá
justo así.