domingo, 31 de enero de 2016

insomnio 2.0

No me puedo suicidar porque quién cuidaría de la Maga, ¿verdad? Aunque hace días no vuelvo a casa y la Maga parece estar bien. No la escucho aullar a treinta y pico de kilómetros por un abrazo de buenas noches.
A vos sí, te escucho. De mí a vos sólo hay un colectivo. Y por colectivo léase también morir de hambre y quebrarse la espina dorsal en un intento desesperado de que vuelvas. A casa.

1)

Dice el reloj que es hora de ir a dormir.
Que es hora de ir a soñar con los angelitos.
3.37 a.m.
El reloj no sabe nada.
No sabe que sólo tengo pesadillas,
que hace al menos doce poemas no puedo dormir,
que es más fácil mirar el techo
que lidiar con monstruos inventados
con articulaciones vencidas,
con tu divina ausencia.

¿Y a quién abrazo esta noche?
Si miro para el costado veo a alguien
creo que se llama Alejandro.

Una vez salí con un chico que se llamaba Alejandro,
ocho meses.
Me lastimó, te conocí,
y esa canción que vos tocás y que yo escribí
es para él.
¿Quién hubiera dicho que el mundo era tan de mierda?

Igual, miro al costado otra vez,
no tiene cara de Alejandro.

2)

No sé quién es, ni qué me hizo.
No sé cuál es su balcón favoritos
o qué libros tiene en su mesa de luz.
No sé de qué color tiene la pija
ni los ojos.

Sólo sé que no soy yo con él.