viernes, 10 de junio de 2016

04:32 am

No soy tan mala como debería.

Entre su muerte, por ejemplo, y que eche anclas en otro puertos, elijo lo de las anclas, claro.
Ahora, si me sirven otro vaso de cerveza,
confieso que
diría que
daría lo que queda de mis rodillas para que no vuelva a reconocer
lo mucho que
arde
un orgasmo.