domingo, 14 de junio de 2015

Después te cuento

Estoy escribiendo esto con un delineador
no encuentro una lapicera
qué suerte porque la única lapicera que tenía encima
la compraste vos
la última vez que necesité una.
Desde entonces no volví a necesitar.
Hasta ahora, claro.

Estoy autoconsolándome,
"qué linda me debe quedar esta estación de servicio", pienso, "este cruce entre Bahía Blanca y Avenida Gaona,
esta lluvia y este desabrigo,
ay, piba, qué linda... "
Y sí, la otra esquina es la tuya
y empezó a llover en el preciso instante en el que toqué timbre
y otra vez no estabas,
casi como en las películas.

Nunca un me río para no llorar tan explícito.

Aparte me están mirando,
el señor que atiende, lo debes conocer,
de pelo blanco y cansado,
y un taxista que vino a mirar el partido de Argentina.
En cualquier momento me siento con él y le cuento que
te odio.

Y sigue lloviendo, hijo de puta,
lluvia fría, casi ácida.
También estoy preguntándome
si en realidad esta lluvia
no serás vos disfrazado.